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martes, 9 de octubre de 2012

Durante la Segunda Intervención Norteamericana a México en 1914


En Memoria a un Defensor de Veracruz (Don Ángel Díaz Durán, Parte I)


Investigación, Anécdota y Redacción: José Antonio Jiménez Díaz


Veracruz, puerta de México, fue mancillado al ser invadido, por segunda ocasión por el poderoso vecino del norte, Estados Unidos, sin que mediara una declaración de guerra y en forma por demás alevosa. Nuestro personaje  se sumó a la iniciativa y coraje de la población civil en defensa de este puerto dado que la plaza había sido abandonada por los militares y sólo había una débil resistencia – por cuanto al tipo de armamento y número de combatientes – de los cadetes y mandos de la Escuela Naval Militar, para enfrentar a miles de efectivos y la artillería pesada emplazada en más de 30 buques de guerra, fondeados frente a la ciudad.

No obstante, los habitantes civiles tuvieron el valor y arrojo de enfrentarlos en desigual batalla. Entre muchos de los ciudadanos que prestaron servicio estaban José Chacón, Jacobo García, Lorenzo Avendaño, Victoria Cuenca, Elena Rendón, Antonio Caballero, Carlos Castillo, Nazario Huerta, Andrés Montes, Tereso Avendía, Gilberto Gómez, Leonardo Sánchez y mi abuelo: Ángel Díaz Durán.

Aquí estimamos pertinente citar a Ignacio Ramírez quien decía…en la hora menguada en que los jefes dudan, se confunden o desertan, el pueblo, el pobre pueblo, encuentra siempre el recuerdo y la sombra de Hidalgo para ampararse, y con las armas de la desesperación y del patriotismo luchan con denuedo por el decoro y la dignidad del pueblo que lo sustenta...

Con mucho valor, aquellos hombres y mujeres del pueblo echaron mano de carabinas, rifles y pistolas de pequeños calibres, su alcance era limitado dado que eran de uso rural, rancheros pues, pero lo suficientes para causar bajas de los invasores.

Profesores del puerto sirvieron también con patriotismo durante la ocupación yanqui, sus nombres están inscritos en placas de bronce en el pórtico de la escuela Francisco Javier Clavijero, y que por respeto se mencionan: Carmen Huerta, Constancia Cruz, María Esperanza Tope, Ernestina Tiburcio, María Malard, Pablo Lamothe, Héctor Ortíz, Humberto Scheleske, Abraham Morteo, Delfino Valenzuela, Gonzalo Mercado, Antonio Ramírez, Manuel Rendón, Carmen Villaseñor y Carmen Villegas.

Pero centremos nuestra atención en un personaje que vivió y participó en esta epopeya de la cual nos sentimos honrados como veracruzanos, mexicanos por supuesto, y miembros de una gran familia. Me refiero a mi abuelo a quien dedicamos estas notas como justo homenaje y reconocimiento a su patriótica intervención durante la defensa de Veracruz, aquel 21 de abril de 1914.


Don Ángel Díaz Durán es el nombre de nuestro personaje. Dicharachero y vacilador,  de ojos brillantes y alegres, como yo lo recuerdo, ocupa un lugar privilegiado en mi memoria por sus méritos cívicos que lo colocan en el pedestal de héroe. Si héroe; porque sirvió a la Patria cuando ésta necesitó de hombres que hicieran frente al invasor de nuestro suelo. Es ahí donde un pacífico y laborioso hombre de pueblo, voluntariamente tomó las armas para demostrar que a un mexicano decidido no le importa encarar al más grande de los enemigos cuando el honor está de por medio.

Don Ángel era una persona sencilla y trabajadora, nacida en Saltillo Lafragua, Pue., el 16 de julio de 1888, hijo de Don Antonio Díaz y Doña Manuela Durán, medía 1.63 m de estatura, ojos verde – azulosos, nariz ancha, tez morena, cabello castaño oscuro, barba puntiaguda, bigote castaño, boca regular. Siendo muy joven vino a la ciudad de Veracruz en busca de nuevos horizontes; vivió en el patio "El Águila"; fue carpintero, jornalero, y no podía faltar ser estibador portuario.

Casó con la Sra. María de la Luz Prado Berrones, una guapa y coqueta hidalguense con quien compartió una vida de apuros, satisfacción y alegrías al lado de sus 5 hijos: Alfonso (Capitán de Navío C.N. Retirado, QEPD), Martha (mi madre), María del Carmen, María de los Ángeles, y Ricardo; todos ellos formaron la familia  Díaz – Prado  que,  a  su vez, con  sus  respectivos  hijos, suman (hasta la fecha) 15 nietos, 42 bisnietos y 6 tataranietos.

Recibió, por el acto de la defensa del Puerto de Veracruz,  un reconocimiento: 

La Condecoración de 2ª. Clase por su participación en la defensa del Puerto de Veracruz el 21 de Abril de 1914, ante la invasión norteamericana al mando del Almirante  H. P. Fletcher.

Condecoración dada el 13 de mayo de 1933, en el Palacio Nacional de México por el C. Presidente Constitucional Sustituto de los Estados Unidos Mexicanos, Abelardo L. Rodríguez y, el Secretario de Guerra y Marina, Gral. de División Lázaro Cárdenas, de acuerdo al Decreto Presidencial expedido por el Ejecutivo Federal, C. Plutarco Elías Calles y aprobada por el Congreso de la Unión el 3 de enero de 1927, que señalaba que las condecoraciones otorgadas a los Héroes de Veracruz,  fueran de tres clases:

1ª. Clase, para los que murieron en ese combate.
2ª. Clase, para los Jefes, Oficiales y Civiles que prestaron servicio para la defensa.
3ª. Clase, para los Alumnos y demás personal de la Escuela Naval que participaron en la lucha.

Otro reconocimiento, le fue otorgado por la Sociedad de Defensores de la República Mexicana y sus Descendientes, desde 1836 hasta 1914, otorgada el 23 de noviembre de 1936 que lo acredita como Sobreviviente y le autoriza el uso de la medalla Venera y el fistol Distintivo.

Ingresó a la Armada Nacional, hoy Secretaría de Marina, Armada de México, donde prestó sus servicios como: Obrero de 1ª., Operario de Décima Primera, 2° Maestre de Arsenal, 1er. Maestre de Arsenal, grado con el que se retiró. Me asalta la duda si fue Teniente.

Para las Ceremonias conmemorativas que encabezaba el C. Presidente de la República ante el monumento a los Héroes de Veracruz, para recordar aquel 21 de abril de 1914, mi abuelo vestía uniforme de gala, portaba un fistol y cuatro diferentes medallas que le fueron impuestas durante los aniversarios de esa heroica gesta; la última de ellas, por el Lic. Adolfo López Mateos en los festejos del cincuentenario. Para ese entonces mi abuelo contaba con 76 años de edad.  
          
Don Ángel yace en una modesta tumba del Panteón San Nicolás Tolentino de la ciudad de México. Murió el 1° de octubre de 1972. Su nombre está inscrito en el Obelisco a los Defensores de Veracruz, sito en la esquina de las calles Cuernavaca y Veracruz, en la colonia Condesa de la ciudad de México; y muy pronto esperamos, que también en el Obelisco construido por la Armada de México erigido a los Héroes de Veracruz,  en ésta cuatro veces heroica ciudad.



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