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viernes, 15 de noviembre de 2013

Desenterrando una época: La vida en el Porfiriato y la rebelión de 1910

Por: Teresa Moreno-Vicente Moreno

Antes de la revolución de 1910, la vida en México, a pesar de las grandes diferencias y de la desigualdad social, política y económica que presentaba la sociedad  porfiriana, fue una época con una belleza singular, rica en costumbres, en cultura y en recursos naturales vírgenes.
Imaginemos despertar y asomarnos al balcón… contemplar verdes paisajes y azules cielos, limpios de smog, de ruido, de cables  y de edificaciones urbanas, nadar y beber el agua de ríos y lagunas llenas de aguas cristalinas.


Quienes tuvieron la suerte de vivir en esa época podían disfrutar del colorido de los atuendos indígenas, que son auténticas artesanías;  de los largos y elegantes vestidos de las damas de sociedad,  refinados y con influencia europea; también de la variada gastronomía predominantemente con sabor campirano: imaginemos comer tortillas de maíz  cocidas en  comal de barro y con leña, acompañarlas con salsas hechas en molcajetes, con  adobo de conejo, o carnes a las brasas de animales  como el jabalí, con pulque fresco, con mezcal artesanal, entre otros,esos eran los manjares del porfiriato.

Grandes atractivos

En esa época  se podían observar las majestuosas haciendas con su rica y variada arquitectura, con sus interminables  extensiones de tierra  y sus grandes producciones agrícolas sostenidas con el trabajo de muchas manos: uno de los ejemplos palpables de esto lo fueron las grandes haciendas henequeneras de Yucatán. Otro atractivo para disfrutar eran sus imponentes  ferrocarriles que transportaban mercancías y pasajeros gracias a la fuerza del  vapor, este novedoso transporte dio lugar al trazo y construcción de incontables vías férreas que aún podemos ver; se podían  apreciar también  elegantes tranvías que cruzaban el interior de las ciudades más importantes como otro medio de transporte, aunque también se recurría al uso de animales de carga para transporte minoritario de mercancías, tales  como los burros y los caballos, con los que se llevaban los productos entre puntos cercanos. Esta atmósfera con aire campirano debió ser sin duda algo irrepetible para quien hubiera tenido la fortuna de vivirlo.

Grandes eventos de la sociedad porfiriana

Y cómo no mencionar los grandes y majestuosos bailes de la burguesía, amenizados con música interpretada con salterios, violines  y pianos; destacaban los hermosos valses que intentaban emular el glamour de las cortes europeas entre los cuales podían disfrutarse temas como  Alejandra, Sobre las olas, que son los más destacados de la época;  en contraste, la gente del pueblo acompañaba sus pocas fiestas con instrumentos más sencillos como  las armónicas, los cilindros acústicos ( que dieron lugar al oficio de los cilindreros,  los cuales  entonaban melodías muy nostálgicas) y las pianolas, que eran una versión menos refinada de los pianos.


La rebelión

Desafortunadamente las grandes diferencias en  estos  estilos de vida, marcó una desigualdad insuperable en las condiciones del pueblo; esto  fue incubando poco a poco un enorme descontento y furia que se fue acumulando debido a los marcados extremos en estos estilos  de vida y en las condiciones económicas de ambos grupos: el burgués y el popular; todo esto  asociado a muchas otras circunstancias, desencadena el movimiento de rebelión que marcó la lucha de quienes sentían el yugo de la opresión y que pugnaban por igualdad y democracia. Esto dio como resultado una conflagración nacional que se conoció como la Revolución Mexicana, lucha que duró 11 años y en las que destacan caudillos memorables como Emiliano Zapata,  Francisco Villa, Álvaro Obregón, entre otros.




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