Por: Teresa
Moreno-Vicente Moreno
Entrado
este mes de Julio coincidí en leer un sentido poema de Juan de Dios Peza; poema
que me era muy familiar, ya que me tocó
declamarlo ante toda mi escuela en una celebración de fin de curso en la
escuela primaria. En una de sus estrofas resalta…
(…)
Que
hallaste en estos reinos ignorados?
Un pueblo
que del oro no se engríe;
Una Otumba
que asombra a tus soldados
Y un
Cuahtémoc que en el tormento ríe.
(…)
Esto trajo
a mi memoria uno de los sucesos históricos que son ya poco recordados o
conocidos por los mexicanos: la Batalla de Otumba.
Rivalidad, abusos y
matanzas
Batalla en Tenochtitlán
(imagen: http://tolteca-guillermomarin.blogspot.mx/)
A principios del siglo XVI el poderoso imperio azteca era sacudido de su organizada, y muy
propia, forma de vida a la que se había acostumbrado durante muchas décadas. De
1519 a 1520 el mundo se derrumbó abruptamente para ellos cuando una avanzada de
expedicionarios españoles, encabezada por Hernán Cortés, arribó a suelo
mexicano para no irse ya nunca más. Desgraciadamente para los habitantes
nativos: aztecas, totonacos, cholultecas, tlaxcaltecas y demás, dichos
expedicionarios eran, según se sugiere en diferentes relatos y documentos,
grupos de proscritos y soldados que perdieron el privilegio real, los cuales
eran enviados al “Gulag” de esa época, que eran las expediciones de ultramar hacia
territorios inciertos y desconocidos, donde las probabilidades de sufrir
percances y perecer en el intento eran muy altas. Este grupo de
expedicionarios, alentados con la única esperanza de lograr fortuna y poder al
conquistar nuevos territorios y reinos, llegaron a México-Tenochtitlán con sed
de riqueza, con desmedida ambición por el oro y por las tierras de los nativos.
Dicha ambición desmedida, provocaba, muchas veces, desacuerdos y
enfrentamientos entre ellos, como por ejemplo el vivido en una expedición al
Perú donde un amotinamiento termina con la muerte del jefe expedicionario
Hernando de Grijalva.
En México, la ambición
de esos expedicionarios junto al menosprecio por la vida de los
indígenas, fue la causa de grandes
matanzas de indígenas mexicanos (todas ellas injustificables) tales como las ocurridas en Cholula o en el Templo
Mayor, una de ellas orquestada por el sanguinario Pedro de Alvarado. Uno de los relatos lo describe así: “(…) Durante la ausencia de Cortés, en
Tenochtitlan se debía celebrar la ceremonia en honor del dios Huitzilopochtli.
Los mexicas pidieron permiso al capitán Pedro de Alvarado, quien otorgó el permiso
correspondiente para llevar a cabo la fiesta de Tóxcatl. (…) Alvarado mandó
cerrar las salidas, pasos y entradas al patio sagrado, la entrada de
Cuauhquiyauac (Águila) en el palacio menor, la de Ácatl iyacapan (Punta de
caña), la de Tezcacóac (Serpiente de espejos) y entonces comenzó la masacre.
«Dieron un tajo al que estaba tañendo el tambor, le cortaron ambos brazos y
luego lo decapitaron, lejos fue a caer su cabeza cercenada, otros comenzaron a
matar con lanzas y espadas; corría la sangre como el agua cuando llueve, y todo
el patio estaba sembrado de cabezas, brazos, tripas y cuerpos de hombres
muertos” (Sahagún, op.cit. libro doceno cap. XX, p.715-716, citado en
Wikipedia).
Guerreros aztecas en la batalla (imagen: google.com.mx)
De
Tenochtitlán a Otumba
Estas
matanzas dieron lugar a la reacción de los guerreros aztecas, que atacan con furia a las huestes invasoras, los que
sintiéndose dueños de una ciudad que los albergó con ingenuidad, cometen todo
tipo de abusos contra el orgullo del otrora poderoso pueblo azteca, propiciado
también por los miedos y pasividad de su propio Huey Tlatoani: Moctezuma Xocoyotzin.
Ya con Cortés de vuelta en Tenochtitlán (acompañado por más
españoles), tras su ida a Veracruz para atender un intento de arresto en su
contra, los invasores intentan huir en secreto al amparo de la noche, llevando
consigo todo el oro hurtado de los templos; cuando son descubiertos, reciben el ataque
furioso de los guerreros aztecas (ahora comandados por Cuitláhuac como nuevo
emperador) perdiendo un gran número de soldados españoles, de aliados indígenas,
de caballos, armas, etcétera. Derrotado, ese 30 de Junio de 1520, Cortés llora
bajo un árbol al que se le llamó El Árbol
de la Noche Triste.
Los invasores que salen airosos emprenden la huida hacia
Tlaxcala con el propósito de resarcir sus heridas y obtener más ayuda. Acosados
por los iracundos indígenas cruzan diferentes poblados del Valle de México.
Otumba
Al arribar
a los llanos de un lugar llamado Otumba, los españoles vieron su fin al ver a
cientos de guerreros de las tribus mexicas alrededor de ellos, dispuestos a la
lucha. Encomendándose a su dios, Cortés arenga a sus abatidos soldados y
aliados para dar su última batalla ese 7 de julio de 1520. Las crónicas indican
que, gracias a la caballería y a las armas de fuego, los españoles lograron
repeler los ataques furiosos de los indígenas;
luego, con una taimada acción de uno de los capitanes reales, la batalla
se inclina en favor de los invasores, al
dar muerte al cihuacoatl (el líder más importante de los guerreros aztecas)
y apoderarse del estandarte que portaba, lo que provoco miedo, el desconcierto
y la huida de los indígenas.
Fue así
como los españoles salieron airosos de una batalla que estaba destinada a ser
su fin.
Referencias consultadas:
___________, “Conquista de Mexico” ,s/fecha,
es.wikipedia.org. , <http://es.wikipedia.org/wiki/Conquista_de_M%C3%A9xico>, 8-julio-2014
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