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sábado, 27 de diciembre de 2014

Perdiendo la rama, enturbiando el viejo

Por: Xitli Uxmal - Teresa Moreno

Mes de diciembre, mes de frío, de celebraciones, de compras, de convivencia familiar. En esta época es cuando muchos mexicanos celebraban, como parte de nuestra cultura religiosa, varias tradiciones pre y post navideñas, mismas que con el pasar del tiempo se han ido alterando o prácticamente perdiendo ante el bombardeo publicitario de otras celebraciones, por lo general ajenas a nuestra cultura.
Dos de estas tradiciones decembrinas lo son la rama y el viejo.

Rama olvidada



Una de las más vistosas y anheladas por los niños era la rama. Mucha era la emoción de los niños en las escuelas, en las colonias y barrios de diferentes lugares de México.
La rama iniciaba con la búsqueda de una rama robusta pero ligera, misma que era buscada y cortada por un grupo de amiguitos o por los papás de ellos. Esta rama era adornada con paxtle, pelo de ángel, globos o bombitas de varios colores, esferas, estrellas brillosas, farolitos. Así los niños, pero también grupos de jóvenes, salían por las calles cantando las estrofas de la rama a veces con instrumentos formales como guitarras, panderos, acordeones, mandolinas, y cuando no se contaba con éstos, se improvisaban con materiales de reúso, por ejemplo se hacían sonajas con corcholatas de latón aplastadas, se raspaban las acanaladuras de un envase de cloro, las latas grandes de galletas o manteca se usaban para emular tambores, se improvisaban silbatos o flautas con carrizo o envolturas de tepejilote
Hoy ante el bombardeo televisivo, la adopción de hábitos, ideas, gustos y costumbres ajenas, esta bonita tradición se practica cada vez menos y la gente la ve con indiferencia. A los niños y jóvenes ya no les despierta interés continuar esta costumbre y los padres no insisten lo suficiente para motivarlos a seguirla cultivando, y por el contrario permanecen hipnotizados en la mayoría de los casos por las tecnologías novedosas y los programas de popularidad (redes sociales, espectáculos televisivos, videojuegos, etcétera, varios de ellos gratos y útiles cuando son bien enfocados y utilizados).
Ya no se ve el gusto por convivir de los niños y jóvenes, por cantar casa por casa y despertar la admiración de los anfitriones al ver la rama y los cánticos; lo poco que aún subsiste, al menos en algunos lugares, se hace por el dinero, donde destaca mucha pobreza en la creatividad y baja calidad en la interpretación (canto a la carrera y poco organizado) en la mayoría de los casos.

El viejo adulterado

Otra de las sobresalientes celebraciones de fin de año lo era y lo es el viejo. Anteriormente lo que se acostumbraba para su celebración era disfrazarse de viejito para cantar y danzar casa por casa. Con el tiempo a algunas personas se les ocurrió crear el cuerpo de un viejito, mismo que instalaban a la entrada de cada casa, símbolo de la despedida del año (según se entiende). Esto solo constituía una variante aceptable de esta tradición. Sin embargo con el paso del tiempo, la comercialización y el hábito de modificar ideas para “modernizarlas” ha provocado que se adultere esta tradición, creándose y propagándose el indebido  hábito de quemar el muñeco del viejo, y peor aún, de rellenarlo con explosivos por el afán de oír una catarata de estallidos estruendosos pero que liberan muchos gases nocivos cuando se utilizan en demasía.
Triste es ver cómo, desgraciadamente, las actividades y costumbres desfavorables hallan eco en la gente, sin reflexionar en cómo se desluce una bonita tradición, al introducir complementos innecesarios.

Vive bien estas celebraciones y orienta a tus familiares, niños y amigos a conducirse con civilidad y no causar desórdenes que afecten a terceros.
No mancilles tus tradiciones con modificaciones innecesarias. Vive tus tradiciones y haz que los niños las continúen como son.

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